Vivían en Norteña,
una ciudad costera
donde la mar era gris
y la lluvia eterna.
Ella pasaba frío
apenas la noche llegaba.
Con una manta a cuadros
él la arropaba.
Prometieron quererse
mientras el frío existiera.
Tuvieron un riña
y él la dejó marchar.
Supo que no volvería,
no vuelve la ola al mar.
Desde que ella se marchó
allí siempre es invierno.
La gente me llama insensato,
yo aún doy mi vida entera
por sólo una noche
con la chica friolera.