—No era nadie. El agua.
—¿Nadie?
¿Que no es nadie el agua?
—No
hay nadie. Es la flor.
—¿No hay nadie?
Pero ¿no es nadie la flor?
No es nadie. Era el viento.
—¿Nadie?
¿No es el viento nadie?
—No
hay nadie. Ilusión.
—¿No hay nadie?
¿Y no es nadie la ilusión?
—¿Nadie?
¿No es el viento nadie?
—No
hay nadie. Ilusión.
—¿No hay nadie?
¿Y no es nadie la ilusión?
Juan Ramón Jiménez